domingo, 8 de abril de 2012

La moral del gobierno versus la del delincuente


A pesar de las explicaciones disparatadas que dió Bonomi en el parlamento, me temo que la solución al problema creciente de la inseguridad no se va a solucionar cambiando de ministro, porque un eventual reemplazo va a implicar la existencia de un período de gracia durante el cual lo único que va a pasar es que nadie va a discutir el problema esperando las medidas de la "nueva" gestión, que al final no van a solucionar el problema. Y no van a solucionar nada porque el origen está más allá de qué persona ocupe su lugar.

El problema es más de fondo. No hay más crímenes porque la policía sea más mala que antes, sino porque el problema ha crecido a tal punto que la ineficiencia policial existente se vió desbordada. No hay más crímenes porque la justicia sea más ineficiente que antes, sino, nuevamente, porque dicha ineficiencia se ha visto desbordada. Lo mismo sucede con el sistema carcelario.

Ciertamente, sí podemos decir que tanto la policía como la justicia como el sistema carcelario no logran mejorar para adaptarse al desborde, y eso es un problema de todo el gobierno, y no del ministerio del interior. Y es un problema más que de incapacidad, de valores morales. Es decir, no es que no atine a emplear los medios correctos, es que los principios morales de este gobierno no sólo no le permiten comprender el problema, sino que no le permiten emplear mejores medios.

Y lo peor de todo, es que esos principios morales ESTÁN en el origen mismo del problema de la delincuencia.

Si esto no se ve, basta comparar la moral del gobierno con la de los delincuentes. Para el gobierno, la gente que vive bien no lo hace mediante una cadena de logros personales, sino gracias a un maná caído del cielo como consecuencia de mágicas acciones del gobierno (véase en este mismo blog,
La nueva religión de la política). Por esa razón el gobierno cree que puede disponer arbitrariamente del resultado de los logros de los empresarios y trabajadores, como si fuera su derecho. No sólo no existe una cultura de estado en la cual se tiene cuidado con lo que se le quita al contribuyente, porque lo que consiguió lo consiguió con esfuerzo. No. Es mucho peor aún: el que se queja de que le quiten, es un egoísta. Entonces, si el estado impone esa moral como la moral buena, ¿por qué los delincuentes no harían lo mismo? La única diferencia entre gobierno y delincuencia es que en el primer caso el robo es legal.

Y vayamos más lejos aún: se ha impuesto la moral de que tener necesidades implica tener el derecho a que alguien más la satisfaga con su esfuerzo. Se ha tergiversado el concepto de "tener derecho a algo", eliminando totalmente de la ecuación la responsabilidad propia de tener que trabajar y esforzarse para satisfacer la necesidad insatisfecha, y reemplazándola en cambio por el derecho a recibirlo de alguien más, es decir, la obligación LEGAL de que alguien más satisfaga esa necesidad. En otras palabras, la esclavitud de ese alguien más. No la esclavitud total de ciertas épocas, pero sí una esclavitud parcial: trabajar en parte para otros.

Y si la filosofía del gobierno es esa, ¿por qué no va a ser la de los delincuentes? La única diferencia entre ambos casos es, nuevamente, que en el primero el robo es legal.

¿Por qué el delincuente va a tener algún reparo en creer que su necesidad lo habilita a quitarle a quién tiene, si esa es la filosofía del gobierno? ¿por qué el delincuente va a considerar que lo que está robando lo hace a costa del esfuerzo ajeno, si el estado no lo considera así? ¿por qué el delincuente no va a creerse en el derecho de obtener libremente lo que, magia mediante, le cae del cielo a los que tienen más, si el gobierno cree lo mismo? ¿por qué el delincuente no va a creer que simplemente no tuvo suerte en recibir ese maná celestial y por tanto tiene derecho a apropiárselo a la fuerza, si esa es la filosofía del gobierno? ¿por qué el delincuente no se va a creer una víctima de una sociedad desigual, si para el gobierno también es así, y el que tiene más no lo tiene fruto de su esfuerzo, sino como consecuencia de tomar demasiado para sí de ese maná misterioso fabricado por el gobierno, que de esa forma le deja menos a los demás?

¿Qué tan difícil puede ser entender el origen de una crisis de inseguridad, cuando justicia ya no es más defender al individuo sino repartir lo que otros ganan con su esfuerzo y capacidades?

Entre el cúmulo de explicaciones disparatadas, Bonomi ofrecía en el parlamento, la de que quienes hoy delinquen se criaron en los 90, aludiendo al "neoliberalismo" de esas épocas como causa de la actual situación de inseguridad. Pero ¿será una simple coincidencia que el martilleo ideológico de la izquierda, la que finalmente lo llevó al poder, y a instalar como política de estado la moral que hemos descrito, haya comenzado su auge en esa década? Por más gobierno "neoliberal" que haya habido antes, el monopolio del discurso cultural, moral, histórico y hasta a nivel de la educación pública y sus sindicatos, lo ha tenido la izquierda desde mucho antes de asumir el gobierno. Y el problema de la inseguridad es, en su origen mismo, un problema moral y cultural. El ministro escupe para arriba.

Hoy ya no dicen que la causa de la delincuencia es la pobreza. Ahora, al contrario, nos dicen que es la riqueza. Mientras siguen buscando explicaciones absurdas que cambian dependiendo de quién gobierna, la referida moral de gobierno le conduce a éste a dedicar la mayor parte de sus recursos en practicarla y promoverla, en lugar de brindar seguridad eficiente contra ella. ¿Por qué entonces no estaríamos sufriendo un creciente problema de inseguridad?

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