domingo, 17 de junio de 2012

REFUNDAR EL CONTENEDOR CELESTE


 
            El país se encuentra en una crítica situación; la nación, dividida, se aproxima a un escenario de confrontación social.
 
 Por un lado, la clase media, tradicional base de la sociedad uruguaya, reniega del modelo de país que se le pretende imponer, con sus costosas carencias e ineficiencias. Pero sobre todo, rechaza el destrato, el desprecio y aún el odio que le profesa la creciente tribu de lumpenes con los que cohabita.
 
   De creación intelectuaoide y permanente reactivación por sus propulsores, “la barra” exalta el orgullo de ser pobre, la incultura, el lenguaje soez y la haraganería; a la vez, envidia y rechaza al que con su trabajo se agenció bienes materiales, a la familia constituida, al empresario, al profesional universitario y a todo aquel que se diferencia en más por ser exitoso.
 
  En un ectópico resurgir de la izquierda ortodoxa, refundada de las cenizas del eje soviético y construida con bloques del derruido Muro de Berlín, renacen la lucha de clases, la plusvalía y la confrontación  sindical - empresarial .Es así que el enemigo es todo aquel que por su aspecto, posición o estilo de vida no se corresponde con el modelo holgazán, promiscuo, vulgar, y en muchos casos colindante con el alcoholismo, la drogadicción y el delito, de la marea popular ya descripta.
 
  Como contrapartida, los agredidos se plantean la necesidad de unirse en su defensa, la que lamentable pero necesariamente deberá ser violenta, dada la agresividad de su contraparte y la displicencia complaciente de las autoridades. Y se cuestionan si el camino más efectivo no será suspender las gigantescas transferencias de dinero que desde ellos se realizan a sus detractores, cortando de raíz la limosna de origen impositivo que aportan, la que mantiene a los zánganos y les permite su obstinada lucha por la igualdad de facto irrestricta ya. Igualdad de derechos exclusivamente, ya que los deberes son una imposición burguesa, reaccionaria y opresora que no aceptarán jamás.
 
  En ese contexto, la actuación del partido de gobierno, en el parlamento, donde ostenta mayorías absolutas, pero sobre todo desde el poder ejecutivo, contribuye a esa escenografía que contradice las más ricas tradiciones nacionales. La Primera Senadora y Primera Dama, coacciona públicamente a las Fuerzas Armadas, exigiéndoles apoyo  a su proyecto de gobierno. Sabido es que las mismas dependen para su funcionamiento y su presupuesto operativo del poder político; es más, sus integrantes dependen de estos para los ascensos de grado, base de la carrera militar y de su remuneración salarial. Lo antedicho, torna a su pretensión de dudosa legitimidad pero sobre todo éticamente inaceptable.
 
  El Ministro de Defensa, al parecer con auxilio del etanol y sus derivados, los que están proliferando en las reuniones de los estadistas y afectando su accionar, profirió una indecente ofensa a la historia de una de las religiones occidentales tradicionales, actitud extrañamente aplaudida por una cohorte de obsecuentes aduladores.
 
  El Ministro del Interior intenta explicar lo inexplicable, al decir que el delito no ha aumentado sino que se ha reposicionado, que el estado contratará, ordenará, comprará y dispondrá de lo necesario para mejorar la inseguridad la que por dramática, es la preocupación máxima de los uruguayos y a la que no se le ha encontrado la solución.
 
  El Ministro de Bienestar Social se regocija con sus planes asistenciales para los carenciados, a los que ampara aún cuando con estos compren comida chatarra (confites, golosinas, alcohol) y no alimentación básica para el núcleo familiar, así como defiende que no se les exijan las contraprestaciones educacionales y sanitarias requeridas por el proyecto original. Y los voraces depredadores de la DGI y del BPS festejan el aumento de la recaudación, como si esta fuera dificultosa ante el obsceno monto de los impuestos al ingreso personal, el que se impone a los trabajadores y profesionales universitarios aunque no al capital, al que la izquierda combativa no se atreve a gravar, y menos aún a  los inversores extranjeros los que se regocijan en la confortable plaza financiera nacional.
 
  El Ministro de Trabajo destaca el aumento del ingreso nacional per cápita, omitiendo consignar su monto real, no ajustado por inflación sino después del mazazo impositivo que esquilma el verdadero monto de los ingresos familiares .Y destaca el descenso del desempleo, aunque para ello sea necesario incluir a cuida coches y limpiavidrios en el mercado laboral, mediante la colocación en su indumentaria de un rústico carnet habilitante .Y por último celebra el descenso de los indicadores de pobreza la que sin embargo es aún muy notoria a nivel nacional.
 
  El Ministro de Salud Pública ofende por sus carencias operativas y académicas. Mientras que el Fonasa recauda enormes cantidades de dinero, la realidad en ASSE es indignamente deficitaria y el mutualismo descarrila por la sobrecarga de usuarios. El costoso sistema nacional integrado de salud no ha mejorado la asistencia de los indigentes y ha deteriorado la de los trabajadores y la de la  clase media, cuyos integrantes deben disponer de erogaciones adicionales para solucionar la cobertura sanitaria de la familia.
 
  La educación, literalmente destrozada en lo edilicio, en lo académico y en lo gerencial, es una vergüenza nacional que ofende su historia, edificada por maestros e intelectuales de la talla de Varela, Rodó y Vaz Ferreira.
 
  La Cancillería, carente de jerarquía técnica, adolece igualmente de un estilo pusilánime, y se arrastra cual medusa al ritmo del despotismo argentino, el que nos perjudica fiscal, económica y políticamente pero por sobre todo nos ningunea cual a molesto y menesteroso familiar.
 
  Solo la economía de grandes números maneja con acierto su tarea; sin embargo, llama la atención la ausencia de fondos reales para las obras de infraestructura que el país requiere, ante ese despliegue rutilante de ingresos, activos y reservas.
 
  Por último, el Sr. Presidente de la República demuestra estigmas de senilidad que deterioran su gestión .Pero aún más, se lo nota quejoso   e irascible, lo que planteo se deba a que es conocedor del fracaso de su gestión, y a que aprecia la ausencia de realizaciones de un presidente que discursea en los medios sobre lo que hay que hacer pero al parecer desconoce que su función es precisamente ejecutar las acciones conducentes al funcionamiento del país.
 
  A diario, la I.M.M. recomienda a los vecinos colocar los residuos domiciliarios en los contenedores colocados a tales efectos, como forma de higienizar y dignificar la ciudad de Montevideo. Quien suscribe, sugiere eliminar de los contendores celestes los otros residuos orgánicos expuestos previamente, los que igualmente se contraponen al desarrollo nacional.
 
  Por último, deberemos recolocar en estos los valores tradicionales de nuestra nación, a saber la educación, la cultura, la ética, la decencia, el trabajo, la familia y la convivencia pacífica y armónica entre los orientales .Y donde a los más infelices se les otorgue el privilegio de las oportunidades de educación y de trabajo, para que con su esfuerzo logren desarrollar su propio destino.
  Y así reunificar a la nación y revertir el peligroso sendero a la confrontación que progresivamente estamos recorriendo los orientales.
 
 Que así sea, y pronto. Por el bien de todos!
 
                              DR. BERNARDO AIZEN. C.I.-1270289/2

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