miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sobre los dichos del Sr Comandante del Ejército y Don Pepe.

Montevideo, 10 de Diciembre de 2011.




Señor Director, días atrás tuvo usted la amabilidad de publicar mi carta  sobre las Fuerzas Armadas y el pasado. En esta oportunidad quiero referirme al presente y desde él, al futuro.
Me impulsa  a tomar la pluma la importante declaración hecha pública por el Sr Comandante Aguerre en Compañía de todos los Generales en activo. Sus dichos son de una claridad singular y están dotados de un contenido y sentido ético que extrañábamos desde hace tiempo en los hombres públicos forjadores y líderes de opinión.  Llegue a ellos entonces nuestro reconocimiento por el bien realizado a todos, por medio de la palabra. Es un buen comienzo cómo dijo El Pepe.
Vuestros dichos, señores generales, son una bocanada de aire puro, que ahora podemos respirar en medio de esta prolongada guerra de desencuentros. Profesores, bancarios, camioneros, CTIs, trasporte colectivo, nos toman de rehenes  a doña María que se murió por falta de asistencia y a mí que me robaron en el ómnibus, el celular y los mil quinientos que me quedaban. Gracias, General  Aguerre, por esta luz de esperanza.
Sin embargo debo confesar que hay una profunda insatisfacción en algún lado de mi cuerpo que rechaza lo que está pasando. ¿Qué sucede conmigo.?  Sin duda no me molesta el gesto, ni ubicar las cosas en su sitio y  decir: esta boca es mía.
Me he dado cuenta, he percibido que la raíz de mi malestar radica en la incongruencia, en la paradoja.
En efecto, me molesta que el Sr Presidente de la República y que él mismo no es capaz de hacer lo mismo con sus propios hechos y  delincuentes, devenidos en políticos.  Me incomoda que diga que el General Aguerre es un tipo valiente y él  a su vez no tome la posta que Aguerre le pasa para imponerse.  Júntese señor presidente, con el señor Fernández  Huidobro, con los demás amnistiados y agraciados. Reconozcan ustedes también, de forma pública y abierta que la ley es reina y que los delincuentes, ladrones, violadores, asesinos deben ser perseguidos y castigados.
Ayúdenos a encontrar la luz en medio de tanta anarquía y entre tanto caos cotidiano, háblenos de valores republicanos y democráticos. Estamos cansados del slogan para ganar votos, eso no lo queremos. Claro que verdad y justicia son valores, pero para todos, no de manera sesgada, no con una justicia manca, tuerta y coja.
Po favor necesitamos creer que  ustedes, nuestros gobernantes, son demócratas y que quieren el bien común, y que no son débiles a la hora de defender los valores de convivencia civilizada.
Ahuyentemos la imagen del  Tordo o la Urraca anidando en nido ajeno. Necesitamos reencontrar un sentido de existencia  que sea inspirador. Creo que el respeto de la ley y de nuestros conciudadanos es un buen comienzo. Igualdad de oportunidades, tratamiento justo para los que delinquen, cárceles que recuperan, no estigmatizar a una persona por la forma en que se gana la vida, nada de milicos y fachos, nada de cajetillas y piches, nada de limpiadoras y peones.
Necesitamos creer en la ética como principio rector del comportamiento en sociedad, necesitamos ayuda, díganos que no estamos gobernados por una horda mafiosa que ha caído en el desenfreno y la venganza, el odio y el abuso.
Díganos que hizo lo que hizo por error llevado por ideas que solo logran confrontar, díganos que está arrepentido y que ahora que entiende la realidad, desea que nosotros no erremos el camino, desea que los jóvenes usen su vida para construir y crear, para disfrutar lo bello y no para odiar y vengar.  Necesitamos que usted también lo diga, que siga el ejemplo de Aguerre.
Somos los que pagamos impuestos y votamos, somos  los que lo demandamos. Queremos un gobierno democrático y republicano, que respete la ley y el acuerdo social. Y la esencia de la vida social, el respeto mutuo, que se garantiza por la ley y su aplicación justa.
Devuélvame la paz, dígame que sabe que el pueblo es inteligente y que conoce el mandato que le dio Juan y María, en marzo pasado.
Me siento un oso polar en un témpano que se achica, el sol me abraza, la corriente me lleva voy a la deriva, ya no hay nada que cazar, los tiburones me rodean. Eso es el paisito, un témpano a la deriva. Dígame que tiene una idea de cómo ponerle motor al témpano y sabe dónde ir.
Dígame don Mujica: ¿Estoy soñando?  ¿Es mucho pedir? Usted dijo que gobernar no es mandar. Bueno y entonces que es, influenciar, motivar, inspirar, guiar…. Eso le pido.
A veces, don Pepe III, me parece que usted no sabe lo que están haciendo sus terratenientes, virreyes, gobernadores y demás súbditos.
¿Es posible que usted esté avalando el cambio, estilo Antonio Gramsci , que se está operando en la enseñanza pública?
Esa enseñanza que ha dejado de ser un servicio público, para transformarse en una escuela ideologizada y gremializada, en la que los estudiantes son materia prima para ideologizar y un medio para la militancia, un centro de reclutamiento de dirigentes , inspirados en el  odio y la intolerancia, un lugar  de  discriminación política y dádiva mafiosa.
¿Qué saben nuestros estudiantes del reciente descubrimiento de un planeta como el nuestro a 600 años luz, en zona habitable? ¿No interesa? Acaso renunciamos al saber y la ciencia y nos preparamos para ser los esclavos del siglo XXI. ¿Esa es la estrategia? Porque hay algunos cuantos que no pierden el tiempo, Don Pepe.
Será posible que usted no vea, Pepe, que están destruyendo en frente de sus ojos el país que ha dado al mundo mentes brillantes y espíritus indomables, como el suyo, por ejemplo.
Será posible que su agradecimiento a sus maestras sea tan magro.
Por momentos pienso que usted es una víctima más de esta maquinaria que se desbocó. Eso sería muy triste, si no  fuese catastrófico.
Júntese y cuente dónde está el médico que asesinó al peón, donde el que ultimó al padre que iba a trabajar, donde los que mataron al indefenso profesor Acosta y Lara, que estrategia lo concibió, que plan lo ejecutó, que corazón se prestó para apretar el gatillo y terminar su vida.
Señor Presidente: ¿donde está la bandera de los Treinta y Tres?
De seguro se perdió pero su espíritu está vivo en Juan y María, los que le dieron el mandato.
Júntese, señor presidente y dígale al pueblo que la ley reina e impera, que robar está mal, que asesinar es un delito abominable ya sea a un maestro o a un profesor, que la ley no hace diferencias. Dígales a Don Juan y María que está arrepentido de los secuestros, las torturas, las muertes, los ajusticiamientos, los robos, que hizo su organización, que estuvo mal, que no se debió haber hecho nunca.
Requiero eso de usted, para poder hacer lo que usted me pidió al asumir. Ser parte de una misma sociedad, para empezar a recorrer el camino de la verdadera unidad.
Requiero eso para entender lo que nos pasó, con honestidad y franqueza, esa que a usted le sobra. Entonces podré entender el pasado y ayudar a construir un futuro mejor para todos.
Hasta entonces tengo una espina de Palma que se me clavó en el dedo gordo del pie, por andar descalzo arrancando butiá. No puedo avanzar, lo siento.
Y no puedo tragar, porque se me atragantó un chorizo  caliente al borde de la parrillada y me quema hasta las lágrimas. Pido solo un trago de tinto casero.
Estamos jugando la segunda vuelta del truco y usted tiene la palabra.



Daniel García













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